Uno de los aspectos de la vida que cada ser humano comparte, es el fin de esta misma. A pesar de ser algo universal, sigue siendo una de las experiencias más complejas de la vida humana. Sin embargo, la forma en que hablamos sobre ella puede tener un impacto significativo en cómo afrontamos y percibimos el duelo.
El poder del lenguaje
El lenguaje no es solo nuestro medio de comunicación; es una poderosa herramienta que nos ayuda a moldear nuestra realidad, nuestros círculos y nuestro entorno en el día a día. La elección de las palabras tiene el poder de sanar o herir, y cuando hablamos de temas delicados como la muerte, estas palabras adquieren aún más fuerza. No es lo mismo referirse a esta inevitable situación como «pérdida» o «partida» que utilizar directamente palabras como «muerte» o «fallecimiento«. Seguramente, al leerlas, puedes notar la connotación de cada una, lo cual responde a ciertos contextos culturales y sociales, y sobre todo a nuestras experiencias en torno a esta situación.
¿Cómo hablar con una persona que acaba de perder a un ser querido?
- Eufemismos: Usarlos puede protegernos del dolor, especialmente cuando nuestro estado de ánimo no está en su mejor momento. Frases como «ya está descansando» o «ya se encuentra en paz» son ejemplos de cómo nos referimos a esto con cierta positividad para evitar causar más dolor.
- Lenguaje empático: No todos somos iguales; sin embargo, ciertas muestras de preocupación se han vuelto universales, como «estoy aquí para lo que necesites» o «si necesitas hablar con alguien, estoy para ti«. Una pequeña muestra de apoyo puede marcar la diferencia en el proceso de duelo.
- Uso de narrativas positivas: Hablar sobre el legado, las experiencias y las buenas acciones de la persona fallecida ayuda a que sus seres queridos se enfoquen en aspectos positivos significativos de su vida, recordando lo bueno por encima de lo malo.
¿Qué frases y palabras podemos evitar?
- Frases triviales: Comentarios como «todo pasa por algo» o «todos hemos perdido a alguien» no son fuente de comprensión o compasión y pueden hacer sentir peor a los dolientes.
- Lenguaje poco afectivo: El uso de términos clínicos e impersonales puede crear distanciamiento emocional, generando un ambiente poco cálido o sensible para los afectados.
- Juzgar las Emociones: Frases que minimizan el dolor ajeno, como «ya deberías estar mejor«, solo invalidan sus emociones.
¿Cómo elegir nuestras palabras?
Elegir nuestras palabras nos ayuda a contribuir a un entorno más comprensivo y sanador. Algunos factores a considerar incluyen:
- Escucha activa: Escuchar atentamente a las personas en duelo para entender sus necesidades emocionales o preguntarles sobre los temas que más les aquejan son señales reales de preocupación.
- Enfoque personalizado: Las emociones de cada persona son diferentes. Adapta tu forma de hablar según la persona, ya sea en términos de cariño, formalidad e incluso creencias.
- Equilibrio entre honestidad y sensibilidad: Encuentra un punto donde tu honestidad no carezca de empatía. Sé sensible respecto al dolor emocional.
Conclusión
El lenguaje que usamos, las expresiones que elegimos y cómo nos comportamos respecto al fallecimiento de alguien y sus repercusiones en sus seres queridos son elementos que contribuyen a crear un espacio donde el dolor pueda expresarse abiertamente, generando comodidad y comprensión en los dolientes.